El conflicto armado entre el Ejército de Sudán y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) se ha cobrado este fin de semana al menos 35 muertos en el área metropolitana de Jartum, después de un intercambio de ataques entre ambas facciones. Casi todos los fallecidos son civiles y entre ellos hay al menos dos niños, según han informado los comités de emergencias de los dos lugares atacados.
Lejos de apaciguarse, en este país africano los bombardeos y episodios de violencia diarios se están intensificando en las últimas semanas y sus habitantes se encuentran al borde de la catástrofe humanitaria, según denuncian las principales agencias de ayuda del mundo. Las víctimas de este fin de semana se suman a las al menos 5.000 registradas por Naciones Unidas, incluidos 435 niños, desde que comenzaron las hostilidades, el pasado 15 de abril. El conflicto ha provocado que más de la mitad de los 48 millones de habitantes de Sudán necesiten ayuda humanitaria urgente. De ellos, 6,3 millones se encuentran “a un paso de la hambruna”, según la ONU.
El primero de los episodios de este fin de semana fue ataque aéreo perpetrado por el Ejército este sábado en Al Kalakla al Qubba, una zona residencial en el suroeste de la capital. Dejó un saldo de 23 muertos, entre ellos dos niños y una mujer, según informó el comité de emergencias de Al Kalakla y Jartum Sur, una iniciativa de sanitarios voluntarios que está organizando la ayuda a los civiles de la zona desde el estallido de la guerra.
Las víctimas fueron trasladadas a la morgue de uno de los últimos hospitales que quedan en la capital. “Hay muchos cuerpos quemados y destrozados por los bombardeos que no han sido transportados allí”, advirtió el comité en un comunicado. En un primer momento, se informó de 11 muertos, pero el saldo total aumentó debido a que fueron encontrando más cuerpos entre los escombros.
Los primeros informes sobre este bombardeo, incluido el de la oficina de medios de comunicación del Comité de Resistencia de Kalakla al Qubba —uno de los grupos prodemocráticos que está organizando la ayuda humanitaria desde el indicio de la guerra—, apuntan que el objetivo del ataque aéreo era un mercado informal. Se trata de un lugar donde se comercia con bienes procedentes de saqueos y del mercado negro en los territorios controlados por las FAR, y que suelen frecuentar los milicianos. Este comité ha mencionado en sus redes sociales que entre las bajas se encuentran paramilitares y que un colegio también sufrió daños, pero no se ha aportado más información al respecto.
El segundo ataque ha sido perpetrado este domingo también por el Ejército en Omdurmán, una de las tres ciudades que forman el conjunto capitalino de Jartum, a orillas del Nilo. Allí, los vecinos se han despertado con el sonido de otro bombardeo aéreo que iba dirigido a posiciones de los rebeldes, pero que ha impactado también en esta zona residencial, matando a 12 civiles e hiriendo a “decenas” de ellos, algunos en estado grave, según el comité de resistencia de este distrito. Varios testigos han informado a la agencia AFP de “disparos de artillería y cohetes del ejército”.
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La comunidad internacional ha acusado a los paramilitares y a sus milicias aliadas de ejecutar asesinatos de cariz étnico en la castigada región de Darfur, bastión de las FAR y escenario de graves matanzas desde hace más de dos décadas. De hecho, la Corte Penal Internacional ha iniciado una investigación por presuntos crímenes de guerra. No obstante, el Ejército regular también ha sido señalado por cometer abusos contra la población civil, como por ejemplo el bombardeo aéreo del pasado 8 de julio, que mató a dos docenas de civiles.
El Ejército sudanés, comandado por el general Abdelfatá al Burhane, controla los cielos y perpetra ataques aéreos frecuentemente, como los de este fin de semana. Las FAR, lideradas por el general Mohamed Hamdane Daglo, dominan las calles de la capital, donde los combates arrecian. Quienes han decidido quedarse a pesar de los constantes combates se enfrentan a cortes de electricidad y de agua diarios, adicionalmente al riesgo de ser víctima de un bombardeo o del fuego cruzado.
Sin embargo, la mayoría de la población ha abandonado la ciudad. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que el estado de Jartum encabeza la lista de los que cuentan con más desplazados: suponen más del 72% del total, con más de 2,7 millones de personas obligadas a huir de la violencia. El número total en el país supera los 3,8 millones de personas y alrededor de otro millón ha cruzado las fronteras a otros países vecinos, donde las condiciones de acogida también están bajo mínimos.
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