Un libro con contenido homófobo, xenófobo, racista y sexista del general del ejército italiano Roberto Vannacci se ha convertido en el culebrón político del verano en Italia. Y, de propina, ha acabado por amenazar la armonía del Gobierno de coalición de las derechas, creando una brecha entre la primera ministra, Giorgia Meloni, y el vicepresidente Matteo Salvini.
El ministro de Defensa, Guido Crosetto, uno de los miembros del Gobierno más cercanos a Meloni, ha criticado al militar y ha apoyado su destitución como responsable del Instituto Geográfico Militar. Mientras, Salvini ha aplaudido sus ideas e incluso le ha abierto las puertas de su partido de cara a las elecciones europeas del próximo junio. Vannacci acaba de declinar la oferta de entrar en política. “Lo agradezco, pero por ahora seguiré siendo un soldado”, ha dicho.
Vannacci, laureado general del ejército italiano, antiguo jefe de los paracaidistas de la Brigada Folgore, publicó hace unas semanas el libro autoeditado Il mondo al contrario (traducible como El mundo al revés), en el que arremete, entre otros, contra homosexuales, feministas, inmigrantes y activistas climáticos. El volumen —que corona la lista de los libros más vendidos de Amazon, y que, con sus numerosos pasajes ofensivos, ha levantado una polvareda considerable en Italia y en el Ejecutivo— le ha valido al general la destitución como responsable del Instituto Geográfico Militar, un organismo estatal dedicado a la cartografía, similar al Instituto Geográfico Nacional español.
El autor sostiene que las “minorías”, como las personas de la comunidad LGBT+ y los italianos de origen extranjero, imponen a la mayoría nuevas reglas no compartidas. Califica los debates contemporáneos sobre los derechos civiles de “lavado de cerebro de quienes querrían favorecer la eliminación de todas las diferencias, incluidas las que existen entre grupos étnicos, para no llamarlas razas” y defiende que sus opiniones son “verdades objetivas” fruto de la “sabiduría”. También carga contra algunas deportistas italianas negras porque “sus rasgos no representan a la italianidad” y dice que los homosexuales “no son normales”. Denuncia, además, la existencia de un supuesto “lobby gay internacional” que ha urdido un complot para “normalizar la homosexualidad”. Y lamenta que se hayan prohibido términos “que hasta hace poco estaban en nuestros diccionarios” como, por ejemplo, “invertido, maricón, sarasa o mujercito”.
El Ministro de Defensa—muy cercano a Meloni, junto a la que fundó Hermanos de Italia— ha calificado las opiniones de Vannacci de “desvaríos personales” y ha explicado que el ejército, que se ha distanciado de las opiniones del general, lo someterá a un procedimiento disciplinario.
Pero Salvini, vicepresidente y líder de la Liga, ha chocado frontalmente con sus aliados en el Gobierno y ha defendido en varias ocasiones al militar. “Debe ser juzgado por lo que hace en servicio”, ha dicho, en lugar de por sus opiniones. Salvini ha llamado por teléfono a Vannacci para mostrarle su “solidaridad” y para asegurarle que compraría su libro. Andrea Crippa, vicesecretario de la Liga, ha cortejado públicamente a Vannaci, con quien dice coincidir “en el 80%” de sus opiniones y le ha abierto las puertas del partido “de par en par”.
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Competencia por el voto ultra
Meloni, que desde que dirige el Gobierno ha rebajado considerablemente el tono agresivo que tenía y ha limado sus posiciones ultras, por el momento no se ha pronunciado. Su postura es complicada, por un lado, no quiere perder apoyos entre los votantes ultras. Pero, por otro, debe mantener la corrección política e institucional que le exige su cargo y evitar también un choque con la presidencia de la República. En su entorno aseguran que está molesta con el movimiento de Salvini, que se ha interpretado en la oposición y entre los propios aliados como una maniobra para desautorizar al ministro de Defensa.
A Meloni no le ha gustado que mientras una institución del Estado como el ejército coloca bajo observación a uno de sus miembros más reputados, Salvini, número dos del Gobierno, desentone de esa manera, sin molestarse en esperar el resultado del proceso disciplinario. La primera ministra se ha reunido en privado recientemente con el vicepresidente para abordar la cuestión y, según apuntan los medios, los dos han acordado “evitar la competencia desleal” en próximas ocasiones, sobre todo en vista de la negociación de los presupuestos del próximo año y de las elecciones europeas.
La tercera pata de la coalición gubernamental, la conservadora Forza Italia, se ha puesto de parte del ministro de Defensa.
En Italia, hay quien ve detrás del libro del general “una mano rusa” para desestabilizar y dividir a la derecha de cara a las próximas elecciones europeas. Lo ha denunciado el exsenador conservador Fabrizio Cicchitto: “Cuidado, cuando se trata de política exterior, las cosas pasan de lo grotesco a lo serio. Detrás del general hay una mano rusa para dividir a la derecha”. Y ha agregado en una entrevista con La Repubblica: “El objetivo es colocar elementos opuestos a la ortodoxia atlántica en el próximo Parlamento Europeo. No hay que olvidar que Putin fue el primer líder mundial que comprendió la capacidad de influir y desestabilizar las democracias liberales mediante el uso sin escrúpulos de internet”.
El presentador de la televisión pública italiana, Rai, Bruno Vespa, ha sugerido que Vannacci, comandante laureado y experimentado en misiones internacionales de alto nivel, fue trasladado al Instituto Geográfico por sus presuntas simpatías por el Kremlin, que desarrolló durante su etapa como agregado militar de la Embajada italiana en Moscú. “Una nación de la OTAN tan expuesta como la nuestra a favor de Ucrania no puede tener tales ambigüedades en un alto mando militar”, ha asegurado el periodista.
En declaraciones a Il Corriere della Sera, Vannacci ha rechazado estas acusaciones, aunque ha defendido, como también hace en su libro, que “Moscú es una ciudad ultrasegura” o que “en Rusia hay trabajo, se vive bastante bien y no existe la inmigración ilegal”.
Vannacci, de 54 años, fue comandante en la guerra de Afganistán, también durante la guerra de Irak y ha dirigido la principal brigada de paracaidistas del ejército italiano. Ha recibido numerosas medallas, entre ellas la Orden del Mérito de la República.
Su libro contiene numerosas ideas muy extendidas entre los militantes de extrema derecha, como la negación del cambio climático, o el rechazo a la paternidad de las parejas homosexuales. El propio autor es consciente de que su escrito incendiario podría inspirar actos violentos o agresivos, ya que en las primeras páginas señala que se desvincula “de cualquier tipo de acto ilícito” que pueda derivarse de la interpretación de sus palabras. Además, el general reconoce que su mensaje está cargado de odio y desprecio, que reivindica como “derechos”. “Por execrable que sea, el odio es un sentimiento, una emoción que no puede reprimirse en la sala de un tribunal. Si esta es la era de los derechos, entonces, como hizo Oriana Fallaci, yo también reivindico en voz alta el derecho al odio y al desprecio y a poder expresarlos libremente en el tono y la forma debidos”, escribe en su ensayo.
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