Centro de Córdoba, dos de la tarde durante esta última ola de calor. Con más de 40 grados en los termómetros, el sol convierte la calle sin árboles de Gondomar en un desierto urbano. “Esto es para llorar, no se debería permitir que no haya ni una sombra”, se lamenta Inma, una dependienta de una tienda de ropa donde no entran clientes. La emergencia climática obliga a prestar más atención a las herramientas para combatir el calor extremo en las ciudades. A menudo ignoradas, las sombras pueden amortiguar la radiación directa del sol a través del propio urbanismo, de la vegetación o de diferentes artilugios que existen para crearlas. Uno de los casos más conocidos son los toldos que se ponen desde hace una década en varias vías del centro de Córdoba en los meses con temperaturas más altas. Paradójicamente, en 2023 no se han colocado.
Más allá de la polémica generada en la ciudad andaluza por el hecho de que no se hayan puesto, estos toldos de Córdoba son interesantes para la adaptación urbana al cambio climático por los trabajos de investigación que ha llevado a cabo sobre ellos la arquitecta Elena García Nevado. Según los estudios con imágenes termográficas de la profesora de la Universidad Politécnica de Cataluña, estas telas no solo sirven para proteger a los peatones, sino que también tienen una incidencia significativa en los edificios de esas vías urbanas. Y esto sirve para calles de cualquier otro sitio.
El ejemplo de Córdoba también llama la atención por tratarse de una de las ciudades del país con temperaturas más altas en verano. La estación de medición de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) más cercana del centro urbano de esta capital andaluza está en el aeropuerto de las afueras, donde se registraron 46,9 grados el 14 de agosto de 2021, el mismo día que a 40 kilómetros de allí quedó marcado el actual récord absoluto de temperatura para toda España, en la localidad cordobesa de La Rambla: 47,6°. Asimismo, la temperatura media para un mes de agosto en Córdoba es de 36,5°, un grado más que en Sevilla. Y estos son los registros oficiales de la temperatura del aire tomados bajo determinadas condiciones, pero en la ciudad, a pleno sol, puede haber mediciones más extremas.
De calor extremo sabe bastante Manuel Martínez, propietario del bar El Correo, un pequeño establecimiento muy conocido en la ciudad que sirve gran parte de sus cañas de cerveza fría en el exterior del local, en la calle Jesús y María. “El Ayuntamiento no se gasta un duro y nosotros que nos fastidiemos. Aquí a pasar calor con cuarenta y tantos grados y sin toldos”, se lamenta por la falta de sombras. “Lo estamos notando muchísimo en ventas”.
Calle Gondomar
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Las vías de Gondomar y de Jesús y María, ambas peatonales y sin árboles, son dos de las arterias analizadas desde el punto de vista térmico por la investigadora cordobesa García Nevado. Como explica, por lo general los estudios sobre temperaturas superficiales de ciudades suelen utilizar datos de satélite, pero hay pocos trabajos científicos con mediciones específicas recogidas dentro de las calles, y menos aún que permitan evaluar el efecto de los toldos. Para ello, se tomaron imágenes termográficas en distintos puntos de estas vías repitiendo el proceso en distintas horas de un día de verano. “La ventaja de hacer las mediciones con termografía es que estas imágenes están cargadas de temperaturas que se pueden analizar luego punto a punto y si tienes una secuencia de imágenes puedes ver cosas muy interesantes”, comenta la arquitecta. En estas mediciones, se captaron diferencias de 14 grados entre el pavimento al sol y el pavimento a la sombra de los toldos en la calle Gondomar, por donde caminan los peatones. Pero también se constató que, en el momento con temperaturas más altas (a las tres de la tarde), las fachadas de los edificios bajo los toldos de la calle Jesús y María estaban seis grados más frescas que las expuestas a la radiación directa del sol. En otro estudio distinto, la investigadora de la Politécnica de Cataluña ha confirmado que esta diferencia térmica en las fachadas incide en el interior de los edificios, lo que se traduce en una mayor o menor necesidad de refrigeración (aire acondicionado). “Cuando se ponen los toldos en la calle es porque se quiere proteger al peatón, pero no se tiene en cuenta las ventajas para los edificios”, incide García Nevado.
El Ayuntamiento de Córdoba ha asegurado que este año no se han puesto los toldos por un retraso en el proceso de contratación y por el conflicto existente con algunos vecinos de los edificios donde se anclan las telas. Mientras, a pie de calle, todo son quejas por la falta de sombras. “La ausencia de toldos se nota mucho porque, aunque no son la solución, sí que quitan calor”, comenta María Jesús, en una tienda de gafas de sol de Gondomar. “En las horas de más calor se nota muchísimo que viene menos gente que otros años”, señala Cristina, en una joyería de la misma vía.
Rafael Bados, presidente de la Federación Provincial del Comercio de Córdoba, incide en que “hay días en que estas calles son intransitables lo cual, sin ninguna duda, afecta a las tiendas. Es la misma sensación térmica que andar por el desierto”. Según comenta, el objetivo no debe ser ya recuperar las cubiertas de tela de otros años, sino diseñar un plan de actuación todavía más ambicioso. “Los toldos que se ponían hasta ahora eran una actuación testimonial, le hemos planteado al alcalde que hay que dar un salto en la creación de sombras en zonas comerciales, para adaptarse a la nueva realidad del cambio climático”, señala.
Calle Jesús y María
Para Guillermo Contreras, de Ecologistas en Acción Córdoba, las mejores sombras son las de los árboles: “Reivindicamos una renaturalización de las ciudades, pues todo lo verde contribuye también a refrescar”. Este colectivo ecologista ha pedido a los grupos políticos del municipio un gran pacto por la reforestación para responder a las temperaturas extremas. Por parte del Ayuntamiento, Adelardo Cánovas, coordinador de la Delegación de Sostenibilidad y Medio Ambiente, destaca como principal acción municipal frente al cambio climático el cierre del anillo verde que une distintos parques urbanos de Este a Oeste. Este responsable municipal muestra también su preocupación “para ver cómo podemos dejar de salir en todos los telediarios cada vez que se disparan las temperaturas”. Para aquellos casos en los que no se pueden plantar árboles, la investigadora García Nevado reivindica los toldos. No obstante, también considera que las cubiertas de tela que se ponen para crear sombras en las urbes por lo general resultan mejorables.
En Córdoba, la arquitecta defiende que se podría ganar en efectividad ampliando la superficie de calle cubierta. Además, apunta otras recomendaciones para este tipo de instalaciones en las ciudades. “Lo ideal es tener las calles entoldadas lo más alto posible, algo que sí se ha tenido en cuenta aquí, pues así se evita que la radiación penetre en la calle y acabe calentando el ambiente y los edificios”, señala. En lo que se refiere a las particularidades térmicas de cada vía, la gran diferencia entre la calle Gondomar y la de Jesús y María es su orientación: la primera sigue la misma dirección Este-Oeste del movimiento del sol y durante la mayor parte del día los rayos inciden de forma directa en el pavimento sobre el que caminan los peatones (ver banda roja de la modelización de la radiación solar recibida), mientras que la segunda se extiende en línea Norte-Sur y no le pega tanto tiempo la radiación en el suelo, pero sí en los edificios (ver modelización para las fachadas). “Digamos que en la calle Gondomar los toldos favorecen más a los peatones y en Jesús y María a los edificios, aunque en los dos casos hay beneficios para unos y otros”, destaca la arquitecta.
Según la investigadora de la Politécnica de Cataluña, otras claves para aumentar la eficacia de estas cubiertas de tela son los materiales y los colores. “Lo que interesa es que el toldo tenga la menor transmisión a la radiación posible y, a su vez, que sea lo más claro posible”, especifica. “Esta mezcla no siempre es fácil, porque a veces los toldos blancos dejan pasar más la radiación que los oscuros”.
En las horas centrales del día no hay muchos caminantes por la calle Jesús y María. De hecho, una de las opciones planteadas por los comerciantes para adaptarse a la nueva normalidad climática es reducir el horario de apertura por las mañanas. “Nosotros venimos de fuera y el calor es terrible”, comentan Ana y Pedro, dos turistas que buscan un hotel donde refugiarse para esperar a que afloje el calor antes de volver a salir a final de la tarde. Cerca de allí, en un restaurante de la misma calle, Antonio, el camarero, pide más medidas frente a estas temperaturas extremas: “No entiendo cómo puede ser que este año no hayan instalado los toldos, a estas horas es imposible estar por la calle”.
Con información de José Antonio Alba Ordóñez.
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