Les pongo en antecedentes a los que digan que no saben nada del corazón: Rosalía (cantante) y Rauw Alejandro (cantante) terminaron su relación sentimental el 25 del pasado mes de julio. Rosalía hizo referencia al muchacho en una de sus actuaciones y luego el exprometido se enzarzó a discutir con un fulano en Twitter. Hay que saber monetizar las indirectas y Rauw Alejandro no ha querido ser menos que, por ejemplo, Shakira, y ha lanzado un sencillo llamado Hayami Hana, en la que medio le pide perdón a Rosalía (el otro medio de la canción no me queda claro). Un pepino de tema lleno de rimas en infinitivo, participio y diminutivo que no firmaría ni un adolescente desesperado porque su novia vuelva con él después del campamento. Vaya por delante que Rosalía es la novia de España y a este tipo le detestamos por hacerla llorar. Pero vamos a ponernos serios… ¿Se puede hacer una buena canción en 15 días? Pues seguramente sí. ¿Ha sido un golpe de inspiración? No. No ha sido el caso. Ni es su caso ni es el de todos los cantantes de trap y reguetón que toman bases ya existentes (esto me cuenta la periodista musical Patricia Godes) y les ponen encima sus glifos de lírica pedestre y, hala, a tirar millas.
Porque la música ya no está en la conversación pública. Están los artistas (algunos artistas), pero no la música. Esta semana también he leído a una cantante (del mismo estilo) contar sandeces como que la vendían a ella como personaje, pero no vendían su música, porque su música es irrelevante dentro del producto. ¿El titular de la entrevista? Su espiritualidad. Dan ganas de correr a la calle y preguntar a la gente que dónde se puede escuchar algo de música, del tipo que sea. Algo que no sea la misma canción de siempre.
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