Son aliados en la guerra contra Rusia, pero enemigos en la mesa. Polonia es uno de los socios militares más incondicionales de Ucrania en su defensa contra el invasor, pero su veto a las importaciones agrícolas ucranias está provocando un serio problema en la Unión Europea y en las relaciones bilaterales. El Gobierno polaco ha cerrado su mercado a estos productos en contra de las directrices de la Comisión Europea. Kiev reaccionó el martes al anunciar que prohibirá la importación a su territorio de determinadas hortalizas y frutas polacas.
Taras Kachka, viceministro ucranio de Economía y Comercio, confirmó al diario polaco Rzeczpospolita que Kiev prohibirá en los próximos días la entrada en su país de cebollas, tomates, coles y manzanas polacas. “La principal razón [de la decisión] es demostrar que Polonia no tiene derecho a imponer estas medidas. Desde el principio hemos estado en desacuerdo con su veto”, dijo Kachka. “Hemos de avanzar en la decisión correcta, y esta es el diálogo con la Comisión Europea como institución responsable del comercio internacional”. El primer ministro ucranio, Denis Shmihal, también avanzó el martes en un comunicado que las restricciones podrían aplicarse a productos húngaros.
Polonia, Hungría y Eslovaquia están implementando prohibiciones a las importaciones agrícolas ucranias, pese a que la Comisión Europea ordenó levantar a partir del 16 de septiembre cualquier restricción a este comercio procedente de Kiev. Las autoridades de los tres estados europeos esgrimen que su sector agrícola no puede competir con los precios ucranios. El Gobierno ucranio, según confirmó Shmihal, ya ha presentado una demanda contra los tres ante la Organización Mundial del Comercio. Shmihal también avanzó que su Ejecutivo ha iniciado una investigación para determinar “los pasos hostiles de estos países” en el comercio y el impacto en su economía.
La Comisión Europea aprobó en 2022, poco después del inicio de la invasión rusa, una suspensión de los aranceles sobre la mayor parte de las importaciones agrícolas ucranias a la UE. Las protestas de cinco países de la Europa del Este —Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumania y Eslovaquia— forzaron el pasado mayo a Bruselas a instaurar restricciones a la importación en estos estados miembros de la UE de trigo, maíz, colza y semillas de girasol. Tras este periodo, y con el compromiso de Kiev de tomar medidas para contener el impacto de sus exportaciones en estos cinco territorios, la Comisión confirmó que el 16 de septiembre finalizaban las limitaciones. Hungría, Polonia y Eslovaquia han vuelto a imponer prohibiciones unilaterales.
El embajador ucranio, llamado a consultas
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Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, criticó el martes a estos países durante su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas. “Es alarmante ver cómo algunos de nuestros amigos en Europa juegan el papel de la solidaridad a nivel político, pero hacen un culebrón con el tema del grano”, dijo Zelenski. El presidente añadió que estos parecían estar haciendo el juego a Moscú. La reacción polaca no se ha hecho esperar. El embajador ucranio en Varsovia ha sido llamado a consultas por el Ministerio de Exteriores polaco, mientras que el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, ha subrayado que su Gobierno ha sido el que más esfuerzos ha realizado para acoger a refugiados, además de ser uno de los principales donantes de armas a Kiev.
El Ministerio de Exteriores ucranio ya había convocado por su parte el pasado 1 de agosto al embajador polaco por unas declaraciones del secretario de Estado de la presidencia polaca, Marcin Przydacz, que defendió el veto a los productos agrícolas y pidió que las autoridades ucranias “empiecen a demostrar un poco de gratitud por la ayuda que han recibido por parte de Polonia”.
Jozef Hrabina, analista eslovaco del grupo de análisis de seguridad y política Geopolytics, explica a EL PAÍS que las exportaciones ucranias por carretera están “saturando los mercados agrícolas” de sus países vecinos, “perjudicando gravemente a empresas pequeñas y medianas con precios muy bajos”. Hrabina destaca que Kiev tiene la ventaja competitiva en precios de no cumplir con los estándares y de regulación de la UE sobre la calidad y procesos agrícolas: “Estos países quieren ayudar a que los productos se exporten a otros países, pero es normal que no quieran perjudicar a su propio sector agrícola ante una competencia desigual”.
Nueva ruta por el mar Negro
El bloqueo del mar Negro por parte de la flota rusa ha disparado las exportaciones por carretera. Esto se ha agudizado tras la ruptura, el pasado julio por parte de Rusia, del acuerdo con Naciones Unidas y Turquía para asegurar un corredor marítimo de exportación de grano ucranio. Kiev es uno de los mayores productores de cereales del mundo. La ONU y Turquía consiguieron cerrar un acuerdo con los dos países en guerra para exportar esta materia prima y paliar así el aumento del precio internacional de productos esenciales como el trigo. Moscú rompió el pacto en julio alegando que no se garantizaba el levantamiento de las sanciones de Estados Unidos y de la UE contra sus exportaciones agrícolas.
Pero Ucrania cree haber encontrado una alternativa. El primer barco con su grano ha llegado este miércoles a Rumania en una nueva ruta para exportar este producto del país invadido por Rusia. El buque Resilient Africa, cargado con 3.000 toneladas de trigo, llegó este miércoles al puerto rumano de Mangalia sin salir de aguas territoriales ucranias, sin acceder a aguas internacionales. Desde Rumania, Estado miembro de la OTAN, el Resilient Africa cruzará el mar Negro. Las partes implicadas consideran que las naves de guerra rusas no se atreverán a hundir una embarcación que transporta cereales con salida de un país de la Alianza.
Rusia sí está castigando periódicamente la ciudad portuaria de Izmail, en la desembocadura del Danubio, río que delimita la frontera con Rumania y por el que está navegando parte del transporte agrícola que no puede zarpar hacia el Bósforo por el mar Negro. Las autoridades ucranias han informado este miércoles de que un carguero de cemento que navegaba desde Turquía hacia Izmail ha tenido que ser rescatado tras una explosión. El barco, el Seama, con bandera de Togo, impactó presuntamente contra una mina submarina, según medios como la CNN o Visegrád, aunque los responsables del salvamento marítimo rumano no han querido confirmar todavía las causas del naufragio. Los servicios de rescate rumanos han salvado a la tripulación, compuesta por 12 marineros, desde el puerto rumano de Sulina.
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