Nuria Márquez, de 17 años, se matriculó hace dos en Bachillerato tras acabar la ESO con una nota media de 8,4. Pero en el último momento decidió cambiar de camino y se apuntó al grado medio de FP en Gestión Administrativa. Lo acabó en junio con matrícula de honor, y en septiembre empezará el grado superior de Administración y Finanzas. Su plan, cuando acabe, es cursar otro grado superior de la misma familia, Asistencia a la Dirección, del que solo tendrá que hacer un año, porque le convalidarán el otro. Y después, quizás estudiar en la universidad Administración y Dirección de Empresas, de la que le convalidarían la mitad de la carrera por sus años en FP. “Me informé y vi que con un grado medio y un grado superior podía llegar al mismo sitio, y que además la FP tenía más inserción laboral que el bachiller”, explica Márquez, que vive en Albacete y asegura que ni su padre, pescadero, ni su madre, empleada de limpieza, influyeron en su decisión.
El caso de Nuria no es, por una parte, habitual. Los profesores aseguran que el alumnado académicamente brillante sigue eligiendo por sistema el Bachillerato. Pero sí es representativo de un cambio profundo que se está produciendo en el sistema educativo español, y que consiste en el avance de la Formación Profesional, en parte a costa del Bachillerato. En los últimos 10 cursos, el grado medio de FP, que puede empezar a estudiarse al acabar la Educación Secundaria Obligatoria, ha ganado casi 50.000 alumnos, hasta alcanzar en el que acaba de terminar los 380.627. En el mismo periodo, el Bachillerato, que también puede empezar a estudiarse una vez concluida la ESO, ha perdido 9.137 estudiantes. El Bachillerato sigue siendo mayoritario ―el curso pasado se matricularon en él 678.414 alumnos―, pero menos.
El descenso de alumnado en Bachillerato no se debe a la caída de la natalidad, como ya sucede en otras etapas. Los nacimientos crecieron de forma ininterrumpida en España entre 1998 y 2008, y los que nacieron ese último año cumplirán 16 en 2024. La explicación hay que buscarla más bien en que el Bachillerato despierta cada vez menos interés como forma de regresar a los estudios entre quienes en su día los abandonaron. El bachillerato a distancia, que salvo excepciones (como deportistas de alto nivel) solo se puede estudiar a partir de los 18 años, ha perdido más de la mitad de su alumnado en un decenio y el curso pasado solo tuvo 25.903 estudiantes (el bachillerato presencial, en cambio, ha ganado 16.766 alumnos). En paralelo, el grado medio de FP a distancia ha experimentado un fuerte aumento en el mismo periodo, pasando de 19.501 a 56.931. Y ello se ha debido sobre todo al aumento de alumnas en la modalidad a distancia, que han pasado de 10.809 a 37.510 ―el crecimiento de alumnos ha sido más moderado: de 8.692 a 19.421―.
La función de la FP de grado medio como vía de reenganche puede observarse en el hecho de que solo el 43% de su alumnado tiene 16 o 17 años (en Bachillerato el porcentaje de estudiantes con esas edades es casi el doble); un 42% tiene entre 18 y 29, y un 15% más de 30 años. La razón es clara: la FP, a diferencia del Bachillerato, “abre una vía mucho más rápida al mercado laboral”, afirma Ainara Zubillaga, directora de Educación de Fundación Cotec. “Quienes van a la FP, cuando acaban pueden ponerse a trabajar. O seguir estudiando un ciclo superior e incluso después una carrera. O trabajar y continuar estudiando más tarde. Da más opciones, mientras que en el Bachillerato solo tiene una, que es ir a la Universidad”.
Los titulados de FP de grado medio tienen menos paro y ganan más dinero que los de Bachillerato a los cinco años de haber acabado los estudios, según la Encuesta de transición educativo-formativa e inserción laboral que elabora el INE. Ello se debe a que el Bachillerato no es, en sí mismo, “profesionalizante”, sino parte de un camino que con el tiempo proporciona a los universitarios mejores puestos de trabajo. Un itinerario que además de ser largo solo sale rentable si se completa, mientras que la vía de la Formación Profesional permite consolidar etapas cortas que proporcionan, desde el primer escalón, un retorno de cualificación laboral.
Ana Tarancón, jefa de estudios de FP en el instituto público de Almussafes, en Valencia, cree que el aumento de alumnado está muy relacionado con la ampliación de la oferta de ciclos formativos que se ha producido en los últimos años. “Cuando pones más facilidades, es lógico que más estudiantes se decanten por ellos”, comenta. El Ministerio de Educación ha financiado desde 2020 la creación de 298.400 nuevas plazas de Formación Profesional con 677 millones de euros. Y ha elaborado una nueva ley para impulsar estos estudios que empezarán a aplicarse de forma generalizada en el curso 2024-2025, aunque algunas autonomías, como el País Vasco, empezarán a ensayar las modificaciones de forma experimental en algunos centros el curso que viene.
“Lo más importante”, cree Ismael Sanz, profesor de Economía de la Universidad Juan Carlos I, “es que hay más alumnos que continúan estudiando, porque los 9.000 menos que hay en Bachillerato son muchos menos que los 50.000 que ha ganado la FP de grado medio”. El gran problema educativo de España, prosigue, siempre ha sido el elevado número de jóvenes casi sin estudios, como muestra que el 27,7% de los españoles de 25 a 34 años tengan como mucho la ESO. Y Sanz cree que el aumento de matrícula de la FP de grado medio se está nutriendo, en parte, de alumnado que en otro momento no terminaba la educación obligatoria, una fase previa que también ha mejorado: en 2005, la tasa bruta de graduación en la ESO era del 69%, y ahora está en el 82%.
Motivaciones
“Hemos pasado de ser una sociedad en la que se pensaba que la continuidad en los estudios tenía que pasar por el Bachillerato y la Universidad a ver todas las ramas que tiene el sistema educativo”, afirma Juan Luis García, director de instituto en Albacete y profesor de Informática de Formación Profesional. “Y creo que filtrar más al alumnado según sus motivaciones, sus características y sus posibilidades puede ayudar a reducir el fracaso escolar sin que ello suponga límites educativos, porque a través de la FP se puede progresar igual”.
Pese a su mejora, la FP de grado medio sigue teniendo problemas importantes. El principal es su elevado nivel de abandono, que según datos del Ministerio de Educación alcanza el 30,7% (no existe información equivalente sobre el abandono en Bachillerato). Un porcentaje que los entrevistados para este reportaje creen que podría reducirse potenciando los equipos de orientación de los institutos, para que los chavales pudieran elegir mejor, y aumentando el número de plazas públicas en los ciclos con más demanda. Ana Tarancón explica que en su instituto de Almussafes hay alumnos que, si no los cogen en el ciclo formativo de primera elección, en ramas como la sanitaria o la de educación física y deporte, prefieren matricularse en Bachillerato antes que en la rama industrial. “Son ciclos que dan acceso a puestos de trabajo bien remunerados que no se están cubriendo. Las empresas están desesperadas por encontrar técnicos y técnicos cualificados. Pero a muchos alumnos no les resulta atractivo estar en una planta durante ocho horas haciendo turnos”.
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